lunes, 25 de diciembre de 2017

Por qué no se deben podar las palmas del malecón

Durante más de diez años luchamos para detener una práctica irracional que surgió a principios de los 90: podar las palmas de malecón. Podar las palmas canas es una mala práctica, como explican los expertos, ya que sus hojas son “marsecentes”; o sea, que se mantienen adheridas al tronco después de secas, protegiéndolo de la intemperie y conservando la humedad. Además, las hojas secas permiten que la lluvia se deslice por ellas y baje por el tronco directamente a las raíces, logrando así que el árbol aproveche la lluvia al máximo. Como nos demostrara el Padre Cicero en su arboretum mágico, cuando no se podan estas palmas, el tronco se desarrolla más saludable y robusto y las copas alcanzan una hermosa y simétrica redondez. Además, su función ecológica es mayor ya que esa capa de hojas es un refugio de una gran variedad de insectos, arañas y lagartos y es el lugar de anidamiento de los vencejitos del palmar, así llamados porque ese es su lugar favorito de anidamiento. En ellas también anidan la cigua palmera (Ave Nacional), la calandria y la golondrina del caribe y es frecuentada por otras especies como el carpintero, el ruiseñor y el petigre que se alimentan de sus frutos y de los insectos que atraen sus flores.
Recuerdo una reunión que tuvimos en la sala capitular del Ayuntamiento del Distrito Sophie Jakowska y yo con el síndico de esa época para discutir este problema. El Alcalde, no hizo nada y la práctica continuó. De todos modos, a Sophie le pareció un triunfo que en el sórdido ambiente de la sala capitular del ayuntamiento pasáramos dos horas hablando exclusivamente de palmeras, vencejos y golondrinas.
Finalmente, esta perniciosa práctica fue descontinuada en el 2002, gracias a una iniciativa del Ing. José Miguel Martínez Guridy, funcionario en aquel entonces del ayuntamiento y quien está consciente del papel ecológico que juegan las palmas canas en la conservación de la biodiversidad. Sin embargo, en el 2016 el Ministerio de Obras Públicas reinició esta práctica funesta, la cual repitió este año, con la agravante de que ocurrió al iniciar la primavera, en plena época reproductiva. Los vencejitos del malecón revoloteaban desesperados en torno a sus antiguos nidos de donde fueron ilegalmente desalojados.
Qué sentido tiene, en una ciudad cuyos mecanismos de recogida de basura son tan precarios, crear más basura. A menos, como comentó alguien que participaba en el operativo, que estén haciendo negocio con las pencas de las palmas.

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