sábado, 30 de diciembre de 2017

Carmen Franco, la hija única del dictador español, muere a los 91 años

MADRID. La hija única del dictador español Francisco Franco admitió que fue un padre autoritario y machista, pero hasta su muerte este viernes a los 91 años, Carmen Franco siempre defendió su memoria.
Abuela elegante con pelo castaño, Carmen Franco y Polo era la presidenta de honor de la Fundación Nacional Francisco Franco, creada para celebrar la figura del “Generalísimo, Caudillo por la gracia de Dios”, fallecido en 1975 tras 36 años en el poder.
Hasta el año pasado, cuando salía de una tradicional misa en memoria de su padre, los participantes le hacían el saludo fascista frente a una iglesia en pleno Madrid.
“A mi padre que le juzgue la historia, yo no”, se justificaba este año en el epílogo de una biografía novelada escrita por la periodista Nieves Herrero basándose en una serie de conversaciones con ella.
“Cuando me dicen que fue un dictador no lo niego pero tampoco me gusta porque me lo suelen decir como un insulto. Sin embargo, a mi no me suena tan mal”.
Como una princesa
“Carmencita”, como la llamaba la prensa franquista, creció “entre algodones” pero confinada en casernas militares y después en palacios donde la educaban institutrices francesas, explicó su biógrafa.
“No ha ido a una escuela, no ha entrado nunca en una cocina”, aseguró Nieves Herrero.
Coautor de un golpe de Estado en 1936 contra la Segunda República española y vencedor de la sangrienta guerra civil que culminó en 1939, Franco se instaló con su mujer y su hija en una residencia real cerca de Madrid: el palacio del Pardo con unos vastos terrenos.
Allí “Carmencita” rezó por su padre cuando se reunió en 1940 con el canciller alemán, Adolf Hitler, en Francia.
También allí aprendió a cazar, una de las pocas aficiones compartidas con su padre al que describe como “machista, como los hombres de su época” y al que “siempre le gustó mandar en todo”.
En la iglesia del palacio del Pardo, con una lujosa diadema coronando su cabeza, se casó en 1950 con el marqués de Villaverde, Cristóbal Martínez Bordiu, en una pomposa ceremonia.
La pareja se trasladó a vivir a otro palacio y tuvo siete hijos.
Tras la muerte de Franco en 1975, “la hija del Generalísimo” se convirtió en “la hija del dictador”.
Pero el rey de la nueva democracia española, Juan Carlos I, al que Franco escogió como sucesor, la nombró “duquesa de Franco” y veló para que ni ella ni su madre fueran importunadas, según su biógrafa.
Carmen pudo continuar cazando, montando a caballo, jugando a cartas o viajando gracias a un pasaporte diplomático concedido por el monarca, recorriendo el mundo hasta Filipinas, cuyo dictador Ferdinand Marcos era próximo a su familia.
Fortuna incalculable
En un país que todavía no ha cerrado las heridas de la guerra civil y la dictadura, sus hijos y nietos, con vidas en ocasiones convulsas, llaman todavía la atención de la prensa del corazón, que los trata como celebridades.
Pero también se le reprocha a su familia aprovecharse de la fortuna opaca del dictador, incluido un gran número de bienes inmobiliarios, que los periodistas cifran en centenares de millones de euros.
“Carmen Franco ha sido la administradora de todo lo que robaron su padre y su madre, su fortuna no es legal”, denuncia Emilio Silva, fundador de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Pero Carmen, aseguraba que su patrimonio no era tal. “No teníamos una gran fortuna. Dinero sí, pero no una cosa tan espectacular como la gente creía”.

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