
Aurelia Guerrero, una de las afectadas, afirma que aunque fue censada para ser resarcida, su vivienda fue destruida sin llegar a un acuerdo con ella y con varios de sus vecinos.
Una persona que comanda la destrucción de las casuchas expuso a Diario Libre que las viviendas derribadas son las que se construyeron después que se hizo el censo para iniciar el proyecto del Nuevo Domingo Savio.
Otro afectado es Domingo Flores Doñé, quien asegura que lleva viviendo próximo al río Ozama 30 años y que la comunidad no permitía que se construyeran casas después que se contabilizaron las que habían.
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